Parte 1
El desastre de Angola
Mucho se dice sobre Angola, pero es poco. Como
me sucedió a mí al llegar a este país e intentar mostrar y describir la
realidad de este pueblo, muchos son callados, tapados y censurados. El poder
del dictador José Eduardo dos Santos (mal llamado “presidente”) que, haciendo
uso de la brutísima fuerza de la maquinaria estatal, doblega no solo la percepción
y voluntad de su pueblo, sino también de los otros –nosotros-, los trabajadores
extranjeros. Me prohibieron hablar, pero no lo soporto más.
Tipica postal en Luanda: coexistencia de barriadas pobres con edificios de monoblocks, made in China.
Angola fue parida y criada en desgracia. País
rico en continente pobre -tiene sus entrañas llenas de petróleo, gas y
diamantes-, rápidamente comenzó a ser esquilmada por sus colonizadores, los
portugueses. En 1975 proclama su independencia de Portugal, pero obviamente es
solo una fachada, ya que las empresas portuguesas ya habían tendido sus redes
para continuar captando sus recursos; la presión internacional injería
demasiado y era necesario retirarse de las colonias. Eran otras épocas, había que
mostrar buenos modales al mundo y el mismo amago afloraba por toda África:
falsa independencia.
José Eduardo dos Santos (70 años), Presidente desde 1979 hasta la actualidad. Tambien es Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas y Presidente del MPLA
Sin experiencia, carentes de visión como
Estado, obedeciendo solo a intereses personales y quizás también condimentado
con una pequeña torpeza propia de la raza (puedo retractarme si alguien me
entrega pruebas contrarias), los angolanos rápidamente se vieron enfrentados en
una sangrienta guerra civil. Considerada el mayor conflicto durante la guerra fría,
fue una pulseada sustentada desde afuera por los dos bloques predominantes en
aquella época: capitalismo y comunismo. El MPLA (Movimento Popular de
Libertação de Angola), recibió ayuda de la URSS y Cuba y estaba liderado por el
actual dictador (“señor presidente”) José Eduardo dos Santos. En las trincheras
de enfrente estaban las tropas de UNITA (União Nacional para a Independência Total
de Angola), liderada por Jonás Savimbi y ayudados por Estados Unidos y África
del Sur, bajo régimen del apartheid. Había un tercer bloque, llamado FNLA (Frente
Nacional de Libertação de Angola), apoyado por el extinto Zaire (hoy Republica Democrática
del Congo) y Estados Unidos.
La guerra civil angolana (1975-2002) fue precedida por dos conflictos armados: la guerra de independencia de Angola (1962-1974) y por el conflicto de descolonización (1974-1975). Con una esperanza de vida en torno a los 38 años, quien nacio en 1962 nunca conocio la paz.
En ese tire y afloje se pasaron la friolera de
27 años, concluyendo el conflicto en 2002 con la muerte en combate del líder de
UNITA, Jonás Savimbi. La herencia de la guerra fue terrible: medio millón de
muertos, decenas de miles de niños y adultos mutilados por minas (y millones de
ellas aun diseminadas por todo el país), 3,1 millones de refugiados y una
estela interminable de miserias que será muy difícil erradicar, primero, por la
corrupción generalizada y completamente asimilada con la “cultura” angolana,
segundo por la indiferencia internacional (para multinacionales con el tamaño y
prontuario de Elf, Chevron Texaco, Exxon, etc. el país actual es una maquina ideal
para hacer dinero rápido), y tercero, por la absoluta dependencia en los
profesionales extranjeros, los cuales mueven (mientras haya dinero fácil) al
país.
En el pais con mas minas del mundo (se calcula que aun quedan unas 10.000 minas sin detonar esparcidas por todo el pais) es habitual cruzarse con personas mutiladas. Se estima que mas de 70.000 personas fueron mutiladas por minas, 8.000 de las cuales son niños. El 85% de la poblacion vive de la agricultura de subsistencia, pero hay hambre: los campesinos temen a las minas y enormes extensiones de tierra que otrora fue cultivable ahora esta abandonada.
Angola hoy es un gigantesco campamento de
empresas extranjeras, un lugar sucio y dañino para el medio ambiente, que
ofrece un lujo obsceno para tornarles la vida más fácil a los extranjeros o a
los pocos angolanos que tienen acceso a él. Poblado por una abrumadora mayoría
inculta y torpe, controlado por una policía corrupta y salvaje, gobernado por
un dictador fascista y mafioso, rodeado de una familia que oficia de testaferro
y de un sequito de ministros y políticos ladrones absolutamente faltos de moral
y ética y por encima de ellos, las grandes corporaciones petroleras y mineras, exprimiendo
el suelo para extraer hasta la ultima gota de petróleo y el ultimo diamante,
mientras se escurre por el piso la sangre y el sudor de inocentes convertidos –sin
saberlo-, en marionetas que alzando una bandera (fuese roja o fuese con
estrellas), tanto daba. Sin importar en que
trinchera perdiesen la vida, la guerra –como todas las guerras-, solo la
ganan los poderosos. Angola perdió.
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