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sábado, 3 de noviembre de 2012

Parte 2 - Oscuridad


Parte 2
Oscuridad


A pesar de haberlo intentado, no logre impresionar ninguna foto con lo que vi hoy (o debería decir con lo que no vi?). Se puede escribir sobre lo que uno no vio e incluso ilustrarlo con una imagen sin haber tomado una sola foto?
Lo voy a intentar.

En Luanda el suministro de energía eléctrica es un gran problema. La infraestructura quedo muy afectada después de 27 años de guerra civil, también hubo una inmigración enorme de gente que se vio desplazada hacia la capital huyendo de las zonas de combate y, por último, la explosión de inversiones y emprendimientos que llegaron del exterior atraídos por el brillo de los diamantes y el olor del petróleo hicieron que la red eléctrica tenga una demanda por arriba de su capacidad.

Prácticamente todos los días tenemos cortes de energía, obviamente no son programados y duran entre 2 horas y 4 días. Ya me contaron de un corte que duro un mes. Si, un mes sin energía en una ciudad con clima tropical/ecuatorial, imagínense eso.

En la casa donde vivo, y en todas las casas que pueden pagarlo hay un generador eléctrico movido a diesel. Tiene el tamaño de un auto pequeño, lo mueve un motor Perkins turboalimentado y un tanque de combustible de 500 litros. Está afuera, y cuando se corta la energía se lo escucha levemente desde dentro de la casa. Si salgo, escucho también los de los vecinos.

Conozco otros extranjeros que viven en un barrio cerrado, ellos tienen un generador por calle. Son unos monstruos del tamaño de un conteiner y están emplazados en los boulevard y son de partida automática (cuando falta la energía encienden solos), no como el nuestro, que a pesar de tener el tablero de comando dentro de la casa, cada vez que hay un corte hay que ir a encenderlo (ya me sorprendió en todas las actividades posibles, desde apagones en la ducha a cortes en mitad de una película).

Algunas personas de clase media/baja tienen generadores pequeños, que solo pueden abastecer un tiempo la heladera, o algunas luces, o la TV y una luz (pero no todo a la vez). Cuando se corta la energía sacan los generadores a la vereda y entran con un alargue.

Y acá llegamos a lo que quería contarles: la gran mayoría de las personas aquí son muy pobres: ellos no tienen generador.
Hoy por la noche entramos con la camioneta en un barrio humilde. Las casas eran de material con techo de chapa. Ya vi barrios enteros con casas de madera, cartón y chapa, por lo que este que yo visite no debería ser de los peores.

Nos desviamos de la ruta, salimos del asfalto por una calle de tierra con algunas luces que llegaban de algunas casas con generador y conforme avanzábamos, la calidad arquitectónica fue bajando y la oscuridad aumentando. En un momento dado la oscuridad fue total y absoluta, solo se veían las luces de la camioneta. Las apagamos y todo quedo negro, absolutamente negro.
Lentamente mis ojos se fueron acostumbrando a la oscuridad y pude apreciar el mundo como lo ven las personas que (mal) viven ahí: una calle de tierra que se insinuaba unos pocos metros por delante, charcos de agua sucia. Las casitas, sin vereda, tienen sus puertas sobre la calle. Figuras de hombres y mujeres se movían en la oscuridad, y en algunos casos solo se adivinaba el brillo de unos ojos o de sus dientes. Chicos jugando juegos sin juguetes y algunos vendedores sentados en el piso frente a su magra oferta de productos, insistiéndole a una jornada laboral larga y mezquina.

El silencio asustaba, sin energía durante tanto tiempo, no se escuchaba una sola radio, ni una sola nota musical. Solo algunas voces, tímidas. También había algunas luces, venían de alguna que otra linterna o celular y de candiles de aceite, algunos hechos con latas y otros con botellas de vidrio. Sus llamas amarillas, se movían lentamente con el escaso viento que no colaboraba en al menos refrescar un poco, y despedían un humo denso que pronto se perdía en la oscuridad de la noche, la noche de Luanda.
 La imagen es un dibujo hecho con el paintbrush y unos fotomontajes de unas figuras extraidas de internet

Parte 1 - El desastre de Angola


 Parte 1
El desastre de Angola

Mucho se dice sobre Angola, pero es poco. Como me sucedió a mí al llegar a este país e intentar mostrar y describir la realidad de este pueblo, muchos son callados, tapados y censurados. El poder del dictador José Eduardo dos Santos (mal llamado “presidente”) que, haciendo uso de la brutísima fuerza de la maquinaria estatal, doblega no solo la percepción y voluntad de su pueblo, sino también de los otros –nosotros-, los trabajadores extranjeros. Me prohibieron hablar, pero no lo soporto más.

Tipica postal en Luanda: coexistencia de barriadas pobres con edificios de monoblocks, made in China.

Angola fue parida y criada en desgracia. País rico en continente pobre -tiene sus entrañas llenas de petróleo, gas y diamantes-, rápidamente comenzó a ser esquilmada por sus colonizadores, los portugueses. En 1975 proclama su independencia de Portugal, pero obviamente es solo una fachada, ya que las empresas portuguesas ya habían tendido sus redes para continuar captando sus recursos; la presión internacional injería demasiado y era necesario retirarse de las colonias. Eran otras épocas, había que mostrar buenos modales al mundo y el mismo amago afloraba por toda África: falsa independencia.

José Eduardo dos Santos (70 años), Presidente desde 1979 hasta la actualidad. Tambien es Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas y Presidente del MPLA

Sin experiencia, carentes de visión como Estado, obedeciendo solo a intereses personales y quizás también condimentado con una pequeña torpeza propia de la raza (puedo retractarme si alguien me entrega pruebas contrarias), los angolanos rápidamente se vieron enfrentados en una sangrienta guerra civil. Considerada el mayor conflicto durante la guerra fría, fue una pulseada sustentada desde afuera por los dos bloques predominantes en aquella época: capitalismo y comunismo. El MPLA (Movimento Popular de Libertação de Angola), recibió ayuda de la URSS y Cuba y estaba liderado por el actual dictador (“señor presidente”) José Eduardo dos Santos. En las trincheras de enfrente estaban las tropas de UNITA (União Nacional para a Independência Total de Angola), liderada por Jonás Savimbi y ayudados por Estados Unidos y África del Sur, bajo régimen del apartheid. Había un tercer bloque, llamado FNLA (Frente Nacional de Libertação de Angola), apoyado por el extinto Zaire (hoy Republica Democrática del Congo) y Estados Unidos.

La guerra civil angolana (1975-2002) fue precedida por dos conflictos armados: la guerra de independencia de Angola (1962-1974) y por el conflicto de descolonización (1974-1975). Con una esperanza de vida en torno a los 38 años, quien nacio en 1962 nunca conocio la paz.

En ese tire y afloje se pasaron la friolera de 27 años, concluyendo el conflicto en 2002 con la muerte en combate del líder de UNITA, Jonás Savimbi. La herencia de la guerra fue terrible: medio millón de muertos, decenas de miles de niños y adultos mutilados por minas (y millones de ellas aun diseminadas por todo el país), 3,1 millones de refugiados y una estela interminable de miserias que será muy difícil erradicar, primero, por la corrupción generalizada y completamente asimilada con la “cultura” angolana, segundo por la indiferencia internacional (para multinacionales con el tamaño y prontuario de Elf, Chevron Texaco, Exxon, etc. el país actual es una maquina ideal para hacer dinero rápido), y tercero, por la absoluta dependencia en los profesionales extranjeros, los cuales mueven (mientras haya dinero fácil) al país.

En el pais con mas minas del mundo (se calcula que aun quedan unas 10.000 minas sin detonar esparcidas por todo el pais) es habitual cruzarse con personas mutiladas. Se estima que mas de 70.000 personas fueron mutiladas por minas, 8.000 de las cuales son niños. El 85% de la poblacion vive de la agricultura de subsistencia, pero hay hambre: los campesinos temen a las minas y enormes extensiones de tierra que otrora fue cultivable ahora esta abandonada.

Angola hoy es un gigantesco campamento de empresas extranjeras, un lugar sucio y dañino para el medio ambiente, que ofrece un lujo obsceno para tornarles la vida más fácil a los extranjeros o a los pocos angolanos que tienen acceso a él. Poblado por una abrumadora mayoría inculta y torpe, controlado por una policía corrupta y salvaje, gobernado por un dictador fascista y mafioso, rodeado de una familia que oficia de testaferro y de un sequito de ministros y políticos ladrones absolutamente faltos de moral y ética y por encima de ellos, las grandes corporaciones petroleras y mineras, exprimiendo el suelo para extraer hasta la ultima gota de petróleo y el ultimo diamante, mientras se escurre por el piso la sangre y el sudor de inocentes convertidos –sin saberlo-, en marionetas que alzando una bandera (fuese roja o fuese con estrellas), tanto daba. Sin importar en que  trinchera perdiesen la vida, la guerra –como todas las guerras-, solo la ganan los poderosos. Angola perdió.